Entre chiscos y chilalas
San Jacinto, era un pueblito que se encontraba en una zona rural cuyos vecinos se dedicaban a la agricultura, algunos como dueños de las parcelas y otros como obreros, pero en la misma actividad. El lugar era lindo siempre porque la gente estaba en contacto con la naturaleza.
En el amanecer, el rayo del día empezaba muy temprano, antes de las 6 de la mañana y se escuchaba el grillar de los grillos y otros insectos que terminaban su jornada nocturna y se ocultaban de la claridad. Empezaba el turno de los ruiseñores, los canarios, los chiscos y las chilalas que cantaban alegres dando la bienvenida al nuevo día. Los negritos finos se sumaban con su silbido y las urracas volaban entre los árboles, mientras que las palomas cuculas bajaban q buscar sus gusanitos para alimentar a sus crías. Frank, era el menor de la familia Villegas una de las familias que vivían en el pueblo de San Jacinto. El pequeño tenía que ir en busca de agua y yerba para los animales del rebaño de la familia antes de ir al colegio, tarea que cumplía casi todos los días y los fines de semana debía ir a trabajar como obrero para ganarse un dinerito y poderse ayudar con sus estudios. La pobreza en la familia era tal que no gozaban de las comodidades que si tenían otros niños de su edad.
Su madre tenía una pequeña radio marca Sanyo a pilas, era el único artefacto de humilde casa. Por las noches se juntaba con sus otros hermanos y tendían una manta en el frontis de la casa en plena oscuridad porque los mecheros solo alumbraban dentro de la rústica vivienda. Encendían, la pequeña radio y escuchaban radionovelas como: el derecho de nacer, Sandokán, Kalimán, entre otros.
Mientras buscaban las estaciones de onda corta para escuchar su programa, se cruzaban con la BBC de Londres, Radio Martí, Francia Internacional y otras que tenían noticieros en español en horas de la noche y se detenían a escuchar un momentito. Se escuchaban las voces de los narradores de noticias y de los entrevistados. Se imaginaban esas cabinas, los locutores, las máquinas y equipos como es que desde tan lejos podían llegar esos mensajes en vivo.
Frank, era un niño muy inquieto y aún con su edad prematura, se imaginaba llegando a observar esas cabinas y el lugar en donde realizaban esas transmisiones. Pensaba, «como me gustaría ver lo que están haciendo y hablar en los micrófonos y que mi voz se escuche como lo hacen esos señores».
El estado de pobreza de su familia, del pueblo y la falta de oportunidades, lo hacían pensar que no debía quedarse allí y debía echarle ganas al estudio en la escuelita, porque su maestro decía siempre que la única manera de vencer la pobreza era estudiar y ser profesional.
Frank, venció todas esas dificultades, ayudó a sus padres en la agricultura, creció y fue a terminar sus estudios en otro caserío, pero igual los contenidos fueron de muy baja calidad.
Al llegar a postular para su ingreso a la universidad se dio con que el nivel académico fue demasiado bajo y debía reforzar todos los temas para tener oportunidad de acceder a la formación profesional universitario.
No había otra salida, fue duro, pero finalmente logró acceder a la universidad y sortear sus carencias con la fortaleza de laborar en sus horas libres y así superar todo.
Venciendo todas esas dificultades, Frank se impuso, logró convertirse en un excelente profesional y se puso al servicio de la sociedad para ayudar a construir una sociedad en mejores condiciones de vida, regresó a su pueblo, ya convertido como profesional y vio que los árboles en donde habitaban los chicos y las chilalas, ya no existían, pero en San Jacinto seguía la pobreza y otros niños eran las víctimas de la falta de oportunidades