El muerto amable

La morgue de ciudad Belén estaba cerca al hospital. Los estudiantes de medicina de la universidad local concurrían por las mañanas a realizar sus prácticas. Aunque la mayoría no tenía problemas de ingresar a la cámara en donde se practicaban las necropsias, Francisco, era un poco tímido.
Era el martes, el profesor se tardó un poco y encargó al técnico que se vaya adelantando a la sesión, más aún cuando esa madrugada, se había registrado un accidente de transito y había ingresado el cuerpo sin vida del chofer de uno de los vehículos.
La necropsia se debía de practicar a las 10 de la mañana. Esta diligencia se hacía con presencia del representante del Ministerio Público y estaba a cargo de los técnicos de la oficina médico legal. Los estudiantes tenían acceso para observar el proceso, sin embargo, participaban preparando al cuerpo sin vida, quitándole la ropa, limpiándole, incluso rasurándole y dejándole listo para el proceso.
El técnico Oswaldo ingresó a la cámara e hizo pasar a los chicos con sus respectivas mascarillas, mamelucos y guantes. El técnico dio la orden a Francisco para que le quite la ropa al fallecido. El cuerpo sin vida está muy rígido, debido a las horas que llevaba sin fallecido. Tenía una camisa manga larga rayada y un pantalón jean, sin zapatos con medias ensangrentadas y se notaba el rostro enterrado, por lo que don Oswaldo, dijo a los chicos practicantes que tenían que dejarlo impecable, sin ropa, bien limpio, bien rasurado.
Francisco temeroso empezó a sacarle la ropa, sin embargo, no podía, de tal manera que empezó a forcejear con el difunto en presencia de todos. Sus compañeros se disponían a darle una mano para que avance Francisco, que sudaba frío al no poder moverle ninguna de sus extremidades al difunto. El técnico levantó la mano, ordenando que dejen a Francisco hasta donde podía llegar.
El joven muy nervioso trataba de sacarle la camisa y era imposible porque los brazos estaban muy rígidos y no se podían flexionar, además era muy pesado el difunto. ¿Crees que se pueda o no?, preguntó don Oswaldo, que lo miraban con asombro y asustados los chicos compañeros de Francisco. Nadie respondió nada.
–Claro que se puede-, se respondió el técnico, que observaba con ironía a los jóvenes practicantes. -Para eso son las estrategias, hijos-, les dijo, seguidamente. Ustedes, tienen que buscar la forma como lograr desvestir al muerto. Un muerto no nos puede ganar, volvió a decir.
–Fíjense bien lo que voy a hacer-Les expresó.
Don Oswaldo, se acercó al cadáver y ante el asombro de los jóvenes, empezó hablarle como si estuviera vivo. -Hola amigo, me dejas retirarte las prendas de vestir. ¿Tú sabes lo que tenemos que hacer verdad?, le preguntó al muerto, mientras los chicos lo miraban con asombro, le dio la vuelta al cuerpo sin vida y lo puso de cubito ventral y le sacó la camisa con mucha facilidad, al igual que el pantalón y todas las prendas de vestir que tenía el fallecido, dejándole listo para que los chicos procedan a bañar el cuerpo sin vida.
–Ya ven chicos, hay que tener estrategia. Hay que hablarle al muerto para que nos facilite las cosas, si no, nos gana y perdemos nuestro trabajo y ustedes sus notas de las practicas, dijo el experimentado técnico de la oficina medio legal.
-Esta vez, nos tocó un muerto amable, porque a veces si hay que liar con estos amigos, dijo soltando una risotada y todos lo siguieron ya más tranquilos, y el más feliz fue Francisco, que se asustó al no poder sacarle la ropa al muerto, que resultó ser amable.