SANTA LUCÍA, LAGUNA REBELDE
Cuentan los campesinos que antes del año 1900, las lluvias se ausentaron en la sierra cajamarquina y los campesinos empezaron a construir acequias para conducir las aguas de ciertas lagunas para regar sus parcelas y salvar sus cultivos de yucas, camotes, ollucos y racachas, entre otros, para evitar la hambruna que se podía generar.
La mayoría de lagunas empezaron abastecer de agua a los diferentes cultivos de los campesinos. Los hombres del campo, se agrupaban de a 6 ú 8 campesinos, provistos de picos, palanas y barretas, para realizar los trabajos de excavación de la acequia para conducir las aguas hasta un reservorio más cercano a sus cultivos para que desde allí se reparta la poca agua que puedan llevar.
Todos celebraron el abastecimiento de agua para sus cultivos que les proporcionaban las lagunas Santa Eulalia, Santa Rita, San Idelfonso, San Pedro, en los diferentes distritos y provincias. Fueron un promedio de 117 lagunas que perforaron para extraer sus aguas en favor de los campesinos.
Don Martín, cuenta que no ocurrió lo mismo con la laguna Santa Lucía de Ninabamba, nombre que se le dio porque cuando se descubrió se celebraba por la zona, la fiesta de la Santa Lucía. “Esta laguna sí que se rebeló con quienes querían extraer su agua. Fueron varios los intentos por extraerlas y, pareciera que estaba dispuesta a castigar a los campesinos, que muchas veces en época de abundancia, no cuidaban el recurso hídrico”, comenta don Martín.
Esta laguna se encuentra a unos 10 minutos de distancia de la ciudad capital de ese distrito y cuentan los campesinos, después de lo que experimentó cada uno de quienes intentaron sacar sus aguas, hoy nadie se atreve y, más bien, la cuidan como un tesoro escondido y con un alto contenido histórico.
La sequia era reinante en la zona de la sierra cajamarquina y los campesinos de Ninabamba, como los otros, empezaron a excavar zanjas que permita discurrir las aguas de la Santa Lucía. Después de varios días de intenso trabajo de excavación, llegaron al lugar en donde se debía excavar para extraer las aguas.
Don Santiago-cuenta don Martín- dio el primer lampazo para romper el borde de la acequia. Grande fue la sorpresa que la herramienta saltó como una pelota en el borde de la laguna. Nuevamente el veterano campesino intentó sacar la tierra del borde de la laguna para lograr que por gravedad discurra el agua para que llegue a los cultivos, pero a pesar de la fuerza que le puso en esta labor, no pudieron junto a los demás campesinos que se unieron a la labor.
Así fueron varios años que intentaron extraer las aguas de la laguna Santa Lucía y hasta hubo campesinos que se resbalaron cayendo a las frías aguas, pereciendo en su intento de salvarse, pues esa laguna es muy profunda e inexplicablemente cuando alguien cae, así sepa nadar, lo absorbe una corriente que hay abajo, cuentan, los campesinos.
En la laguna se puede ver, en varias partes de los alrededores, roturas de los intentos que han hecho los campesinos, pero según cuenta don Martín, cuando han logrado romper el borde de la laguna, las aguas como que se hunden, escondiéndose de las acequias, quedando éstas muy arriba, por lo que las aguas nunca han salido para que los campesinos rieguen sus cultivos.
Por eso es que, cansados de tanto intento los campesinos lo han denominado a la Santa Lucía, laguna rebelde.